Figura 10. Araña joven con sus hilos de seda flotante.
1) Como hilo rastreador o de seguridad. Todas las arañas, cuando se desplazan, van dejando tras de sí un hilo rastreador o de seguridad que secretan las glándulas ampuladas. Este filamento es capaz de sostener a la araña cuando ésta se deja caer voluntariamente o cuando es empujada al vacío por algún motivo imprevisto. Además, gracias a este hilo muchas arañas del suelo pueden encontrar el camino de regreso a su refugio y en algunos casos, los sexos de la misma especie son capaces de reconocerse a través de este filamento que, seguramente, está impregnado con feromonas. Las arañas recién nacidas son ya capaces de secretar este hilo, con ayuda del cual se sujetan al dorso de la hembra, a donde se suben como protección y permanecen hasta después de su primera muda.
2) Como medio de flotación en el aire. Las pequeñas arañas de varias familias, después de pasar la primera o segunda muda, suelen subirse a algún sitio elevado, una rama, una pared, una roca o un poste y estirando las patas lo más posible para elevar su cuerpo comienzan a secretar finos hilos de seda. Éstos, al alcanzar cierta longitud, ayudan a que las arañitas sean arrastradas por las ráfagas de viento y permanezcan flotando en el aire por algún tiempo, encontrando en esta forma una manera muy eficaz de desplazarse, a veces a grandes distancias. También los adultos de algunas especies se transportan mediante este mecanismo. En ciertos países, como Inglaterra, durante el otoño se observa un velo en el horizonte formado por densas nubes de jóvenes y adultos de la familia Linyphiidae. Así se distribuyen muchas especies de Lycosidae, Theridiidae y Araneidae, entre otras. Las pequeñas ninfas que se desplazan en esta forma no siempre llegan a un medio favorable para su desarrollo y al no lograr establecerse en el lugar, mueren al cabo de cierto tiempo. Sin embargo, aunque tenga sus riesgos, el mecanismo resulta provechoso para la generalidad de las arañas que, de esta manera, logran encontrar nuevas fuentes de alimento y sitios propicios para su reproducción y desarrollo.
Figura 11. Ovisacos de arañas.
3) Como red para depositar su esperma. (Sólo en machos.) Llegada la época de la reproducción el macho teje una pequeña red horizontal, de tejido más o menos compacto, exclusivamente para depositar en ella una gota de esperma que sale de su orificio genital. En seguida, mediante movimientos rápidos y repetidos, empieza a meter y a sacar en la gota uno de los pedipalpos y después el otro, cargando así de esperma los bulbos de estos apéndices. Una vez hecho esto y llevando ambos pedipalpos en alto, va en busca de la hembra para fecundarla; la inyección de dicho esperma en el orificio genital de la hembra se llevará a cabo a través del émbolo, que funciona como una especie de jeringa. Debido a que los pedipalpos actúan como órganos copuladores, reciben el nombre de gonopodios.
4) Como material para hacer sus ovisacos. (Sólo las hembras.) La mayor parte de las arañas hembras tejen pequeños sacos durante la oviposición, donde guardarán a sus huevos. Estos saquitos reciben el nombre de ovisacos y son sumamente variados en cuanto a coloración, tamaño y forma. Dependiendo de las especies pueden ser esféricos, ovalados, aplanados, alargados, piriformes, con aspecto de gota, de campana, de huso o de rosario, sésiles o provistos de un pedicelo o filamento de variada longitud, del cual quedan colgados de algún objeto. En ocasiones, son mucho más grandes que la araña que los hace; su superficie puede ser más o menos lisa o burda al tacto, lanuda o algodonosa. Dentro de estos ovisacos los huevos quedan protegidos de temperaturas extremas, de la desecación y de ciertos traumas ligeros. Algunas arañas cuelgan sus ovisacos a un lado de la red o de su refugio, desde donde los vigilan; otras, los colocan en sitios más alejados, pero tratan de protegerlos o de disimularlos cubriéndolos con piedras, detritos u hojas, unidos todos estos elementos con hilos de seda. A veces, la hembra se queda todo el tiempo sobre su ovisaco, protegiéndolo con las patas extendidas, hasta el momento en que empieza a nacer la cría. Otras especies meten el ovisaco a su refugio para cuidarlo más de cerca. Muchas arañas llevan consigo su ovisaco, ya sea adherido a las hileras o cargándolo por delante con ayuda de los quelíceros.
5) Como material para hacer o tapizar sus refugios. Aunque especies de Ctenidae, Pisauridae, varias Araneidae, algunas Argyrodes y otras, no forman nunca un refugio, hay otras muchas arañas que sí construyen varios tipos de resguardos, donde permanecen descansando durante el día, si son de hábitos nocturnos. Cuando su actividad es diurna suelen esconderse en estas guaridas, acechando desde allí a su posible presa, si es que tienen buena vista; las que tienen mala visión, que son la mayoría, esperan pacientemente hasta sentir las vibraciones ocasionadas por algún ser viviente que se acercan o que han caído en sus redes. Gran parte de las especies, después de capturar y matar a su presa la meten al refugio para comérsela con toda tranquilidad; en caso de no tener hambre en ese momento, la harán a un lado hasta que vuelva a renacer su apetito.
Los refugios sirven también para que las arañas pongan y resguarden allí sus huevos o sus ovisacos. Especies de la familia Dictynidae, por ejemplo, que construyen refugios tubulares de seda entre los agujeros naturales de troncos, de rocas o de raíces, los aprovechan como cámaras incubadoras y ponen ahí sus huevecillos, de los cuales nacerán pequeñas ninfas, que permanecerán todavía algún tiempo bajo este resguardo. Más tarde, al pasar la primera muda y a medida que se van fortaleciendo, empezarán a salir, estando ya capacitadas cada una para tejer su propio y pequeño refugio individual, muy cerca del de la madre.
Los tipos de refugio son muy variados y pueden ser característicos de ciertas familias, de ciertos géneros y hasta de ciertas especies. Arañas primitivas como Ctenizidae y Dipluridae, así como Tengellidae y varias Lycosidae, entre otras, cavan túneles bajo la tierra con ayuda de una serie de proyecciones esclerosadas que tienen en sus quelíceros. Estos refugios tubiformes pueden ser cortos o profundos, hasta de unos 25 cm o más; pueden estar en sentido vertical, o un poco más abajo de la entrada tomar una posición horizontal u oblicua. La mayor parte están provistos de una tapa, que embona perfectamente en la abertura, gracias a varias capas de hilo de seda, con las que está recubierta su cara interior; puede abrirse y cerrarse como si tuviera una bisagra, debido a que, en un punto de su contorno, queda unida con hilos al suelo. Todo el interior del tubo está también tapizado con seda, lo que hace de esto un lugar cómodo para la araña y su cría recién nacida; la superficie acolchanda ofrece también una protección en contra de los cambios bruscos de temperatura. Por fuera, la tapa queda disimulada con tierra, pasto u hojarasca.
Algunas Ctenizidae, a la mitad de su refugio tubular colocan una especie de resorte de hilos de seda. En caso de que un intruso entre en la guarida, la araña, que se encuentra en el fondo de ella, jalará uno de los hilos, con lo cual se contraerá este resorte, cerrándose el paso a este nivel, quedando, además, cubierto de la tierra que caerá sobre él como consecuencia del jalón.
Ciertas Dipluridae hacen algo parecido. El tubo largo y ancho se estrecha cerca de la salida, formando un cuello que puede obturarse en un momento dado con tapón hecho de tierra y seda. Otras especies de esta misma familia, a la mitad de su refugio construyen una cámara lateral, que quedará cerrada herméticamente con una tapa vertical de seda; en esta forma, la araña quedará protegida de algún posible depredador que entre a su guarida y para el cual, generalmente pasa inadvertida esta puerta lateral. A esta cámara adicional suelen meter también su ovisaco, quedando, en esta forma, ampliamente protegido.
Otras Dipluridae construyen un refugio con dos salidas. Se trata de un tubo profundo que a cierta altura se bifurca, conduciendo una de estas divisiones a una salida bien visible, rodeada de seda; la otra termina en una segunda salida que se verá con dificultad, ya que estará disimulada con tierra y hojarasca. Esta última será una salida de emergencia; si algún enemigo se introduce al refugio por la entrada visible, la araña tendrá tiempo de escapar por la segunda. Asimismo, en casos de inundación del refugio, el animal tendrá posibilidades de salvarse por esta otra salida.
Otras especies se protegen del agua rodeando la entrada de su guarida con acumulaciones de tierra, arena y pequeñas piedras, de manera que el agua corra a los lados del montículo, sin entrar al refugio.
A esta familia pertenecen las especies de Atrax de Australia, muy conocidas y temidas por su potente veneno. Estas arañas construyen sus refugios entre las hendiduras y huecos naturales de árboles, rocas y del suelo. Se trata de tubos burdos que, a la salida, comunican directamente con la red de captura.
En Madagascar, Nueva Zelanda y otras islas de la región, existen especies de la familia Desidae que construyen sus refugios entre los túneles de los corales y los agujeros de las rocas porosas, en la zona de mareas. Estos huecos están totalmente tapizados por dentro con seda a prueba de agua, lo mismo que la entrada, que queda sellada durante los momentos de marea alta. Cuando baja la marea y desaparece el peligro de inundación, la araña sale de su guardia para buscar su alimento, que consiste en pequeños crustáceos que encuentra entre la arena. Los ovisacos, dentro del refugio, quedan bien protegidos.
Diversas arañas hacen su refugio tubular de seda entre las hendiduras de las paredes, como sucede con la familia Filistatidae; otras, como las Dysderidae, lo construyen entre las ranuras de las rocas o agujeros naturales. Algunas Agelenidae tejen un refugio tubular subterráneo que a la salida se continúa en una especie de embudo, que se va abriendo hasta la plataforma de la red.
No todas las grandes tejedoras de redes orbiculares de la familia Araneidae construyen refugios subterráneos; unas lo colocan arriba de la red, pero comunicado con el centro de ésta por un filamento fuerte y resistente. En especies de Zigiella, el refugio consiste en un tubo de seda, abierto por los dos extremos. Algunas especies de Araneus hacen, igualmente, un refugio arriba de la red, pero lo construyen con hojas unidas por hilos de seda.
Cyrtophora elabora una red horizontal, pero que en el centro está jalada hacia arriba por unos filamentos que se sujetan en el laberinto superior; a veces refuerzan esta pequeña cima con pedazos de hojas o de ramas, constituyendo un refugio ideal no sólo para la araña, sino también para los huevos.
Otras especies del género Phonognatha forman su refugio con una hoja que enrollan y sujetan con sus hilos; este tubo foliar queda conectado al centro de la red y sirve, igualmente, como cámara incubadora. En ocasiones utilizan para este fin las conchas vacías de algunos caracoles.
Algunas Theridiidae, sobre el laberinto de su red construyen un refugio de forma cónica que recuerda un dedal, hecho con hojas y ramas entretejidas con el hilo de seda; tanto los huevos como la cría quedan protegidos dentro de este refugio, vigilado por la madre desde afuera. Otras especies de esta misma familia, entre las que está la araña capulina, Latrodectus mactans, construyen con su seda un refugio tubular que puede estar muy alejado de la red de captura de la araña, pero que siempre quedará comunicado con ella por una serie de hilos muy fuertes y resistentes que se extienden desde el refugio hasta el centro de la red. La guarida se localiza generalmente en un lugar bien protegido en techos, paredes, tapancos, sótanos, algún rincón oscuro y escondido de las casas, o afuera, entre ranuras de rocas, hendiduras de la corteza de árboles y semejantes.
6) Como material para envolver a sus presas. Muchas arañas tienen la costumbre de envolver con sus hilos a las presas recién capturadas, con el objeto de inmovilizarlas. A veces, antes de cubrirlas con seda las muerden, inyectándoles su veneno, sobre todo si la presa es grande, fuerte y hace movimientos desesperados para soltarse. Sin embargo, es más frecuente que primero inmovilicen al animal con sus hilos y después lo maten con mordeduras de sus quelíceros. En el caso de especies de la familia Uloboridae, que son las únicas arañas que no poseen glándulas de veneno, tienen que acelerar este proceso y envolver más firmemente a la víctima para que no se les escape; pero como estas arañas poseen cribelo, el chorro de seda que sale de él y que es peinado por el calamistro ayudará mucho a que el insecto quede rápidamente hecho un bulto, cubierto por todos lados por seda bien restirada. De la misma manera, las arañas que no colocan hilos pegajosos en su red de captura tendrán que llegar con gran rapidez al lugar donde ha sido atrapado un insecto, para envolverlo antes de que éste logre librarse de los filamentos.
Esta forma de inmovilizar a sus presas es frecuente entre especies de las familias Uloboridae, Theridiidae, Linyphiidae y Araneidae. Sobre todo en esta últimas, abundantes en jardines y huertas, es común observar este fenómeno, el primer par de patas de la araña le va dando vueltas rápidas al cuerpo de la víctima, mientras el cuarto par de patas lo va envolviendo con los hilos de seda que salen de sus hileras; en unos cuantos segundos la presa quedará completamente cubierta. La agilidad y rapidez con que lleva a cabo este proceso es verdaderamente asombrosa.
7) Como red para capturar a sus presas. Sin duda alguna, el papel más importante que los hilos de seda desempeñan en la vida de las arañas es su utilización en la construcción de redes, mediante las cuales atrapan a las presas que les sirven de alimento, principalmente insectos voladores. Algunas especies construyen su red durante la noche, otras durante el día; las de los jardines, generalmente, empiezan a construirla en la madrugada. Hay arañas que pueden terminar su red en un par de horas, otras, en cambio, tardan varios días en tejerla y aun después de terminarla, siguen trabajando en ella por un periodo largo.
Hay una variedad enorme de estas estructuras, conocidas comúnmente como telarañas. Las más conocidas son las grandes y circulares que se encuentran con gran frecuencia en los jardines y huertas; la mayor parte de ellas son fabricadas por especies de la familia Araneidae. En una de estas redes se pueden encontrar varios elementos, a saber: los hilos que forman el puente, que es la parte inicial de toda la construcción; los hilos de el marco, o soporte de toda la estructura, entre los que se distinguen los hilos de amarre, o sea, aquellos que van a sujetarse de algún objeto del medio, que puede ser una rama, un tronco, un muro, una roca o cualquier otra cosa. A continuación se ven los hilos que forman los radios de la red, que parten del centro y se extienden hasta los hilos del marco, a los cuales se sujetan; luego están los hilos secos que van de un radio al otro, formando una espiral, del centro hacia afuera. Hasta aquí, todos estos hilos son secretados por las glándulas ampuladas. Posteriormente, la espiral de material seco es destruida por los quelíceros y comida por las arañas, a medida que va siendo sustituida por otro tipo de seda, secretada por las glándulas agregadas, que en este caso se trata de una sustancia pegajosa. Si se observan bajo el microscopio estos hilos viscosos, se verán cubiertos de infinidad de pequeñas gotitas. La araña va colocando esta nueva espiral de afuera hacia adentro de la red y es lo que viene a constituir la zona de captura; cualquier insecto volador que llegue a rozar los hilos de esta espiral quedará pegado a ellos. Es una trampa muy eficaz, casi invisible, que se extiende entre los espacios libres de la vegetación. En estas redes es característica una zona libre de hilos de la espiral, en donde tan sólo se observan los hilos radiales; esta zona se localiza cerca del centro de la red. Los radios, a su vez, tienen en ocasiones forma de "Y", con el objeto de dar mayor firmeza al marco, en caso de curvaturas pronunciadas.
Observar cómo construye la araña una de estas telas es por demás interesante para cualquier persona que se interese en conocer algo más sobre el comportamiento animal. Como se indicó antes, muchas arañas que viven en los jardines inician esta labor en las primeras horas de la madrugada, a veces a las cuatro, a veces a las cinco de la mañana. Ante todo, el arácnido estudia el lugar cuidadosamente, pasando de rama en rama y dejándose caer varias veces, suspendido siempre por su hilo de seguridad, del cual se agarra por una de las patas posteriores, quedando las demás extendidas. Este periodo de exploración es variable y en ocasiones dura un buen rato. Hay veces que el lugar no llena las condiciones requeridas por la araña y entonces se come el hilo o hilos que había formado, se desplaza a otro sitio cercano e inicia nuevamente el proceso exploratorio. Cuando al fin se decide, al estar balanceándose en el aire emite un segundo hilo muy fino, que es llevado por el viento de aquí para allá, hasta que queda atorado en alguna rama u objeto cercano. Puede suceder también que desde una parte elevada, sea una rama o el tejado de una casa o una roca o algo semejante, la araña secrete un hilo y espere a que una ráfaga de viento lo lleve y sujete en algún sitio. En una u otra forma, el hilo ya atorado es aprovechado por la araña para bajar o subir por él y llegar al nuevo punto de unión que, si es el adecuado, servirá para formar el puente o parte inicial de su telaraña. Para que este puente quede bien reforzado, la araña no sólo restirará bien al filamento, sino que pasará varias veces por él, adhiriendo en cada ocasión un nuevo hilo.
Figura 12. Construcción de una red orbicular (familia Araneidae). Formación del puente (a, b); formación de los primeros radios (c, d); continúan formándose los radios(f, g); inicio de la espiral de seda seca (g) y formación de la espiral de seda viscosa (h).
Una vez que está segura de su firmeza, añadirá un hilo flojo, que sujetará bien a cada lado del puente, después de lo cual se desplazará hasta la mitad de él, sujetando en este punto su hilo de seguridad. A continuación se dejará caer, siempre sujeta a este hilo de seguridad, y con su peso jalará consigo al hilo flojo que, como todos, posee una gran elasticidad. De esta manera se formará un triángulo, constituido por el puente y los dos primeros radios, cuyo vértice inferior marcará el centro de la tela. La araña continuará deslizándose hacia abajo, sostenida por su hilo de seguridad, hasta tocar el suelo o algún otro tope, donde sujetará su filamento, formando así otro radio. Todos estos elementos iniciales de la tela serán jalados, estirados y reforzados varias veces por la araña. A partir de este momento, tanto la construcción de los demás radios como la del marco, que irá sosteniendo a toda la estructura, incluyendo los hilos de amarre, se llevará a cabo con mucha mayor rapidez, utilizando estos primeros elementos para subir y bajar, sujetando cada nuevo hilo a otros puntos cercanos proporcionados por las ramas del medio, pero siempre volverá al centro de la tela después de la formación de cada radio, el cual restirará y reforzará cada vez, con ayuda de las uñas de las patas. La longitud de las patas es importante en la disposición de los radios, pues éstos estarán más espaciados si la araña tiene patas largas y más juntos si éstas son cortas. El centro, poco a poco, tomará el aspecto de una pequeña plataforma cubierta de pelusilla.
Terminado el marco y los radios se iniciará la siguiente etapa de construcción, o sea, la de la espiral temporal, de material seco. Dicha espiral se comenzará del centro hacia afuera. Los diferentes radios se irán uniendo mediante un hilo continuo que la araña irá secretando y sujetando a cada uno de ellos, formando así una espiral de filamentos más o menos equidistantes que se extiende desde el centro hasta cerca del marco. En cada vuelta, la araña parece medir con las patas la distancia que queda entre los hilos, logrando en esta forma una simetría verdaderamente notable. Esta espiral se construye con una rapidez increíble, pudiendo quedar terminada en unos cuantos minutos. Algunas especies, después de comprobar que las espirales cercanas al centro son firmes y consistentes, suelen comerse el punto central de la red, quedando entonces los radios sujetos a las vueltas en espiral y no al centro, en donde quedará un hueco.
Para terminar, la araña sustituirá la espiral de material seco por otra de material pegajoso, que vendrá a constituir la verdadera zona de captura. Esta nueva espiral, al contrario de la otra, se empezará a colocar de afuera hacia adentro. La araña irá enrollando el filamento antiguo y según varios autores acabará por comérselo. Esto lo hace mientras va pegando el nuevo filamento viscoso con ayuda de las patas posteriores, que son las que toman éste de las hileras y lo pegan al radio. Las vueltas de este hilo quedarán más cerca una de otra, que como estaban en la primera espiral. Es frecuente que, cerca del centro, permanezca una zona libre, sin hilo en espiral, donde sólo se ven los radios; entre esta zona libre y el centro quedará una zona de enlace. Algunas arañas no sólo no dejan un hueco en el centro, sino que, por el contrario, refuerzan esta zona con una capa más gruesa de seda y otras más pueden tejer, por arriba o por abajo de la parte central, pequeñas bandas de seda, rectas o en zigzag, que reciben el nombre de estabilizadores de la red.
Estas redes son bastante frágiles y muchas de las presas que van cayendo en ellas suelen romperlas con sus movimientos al tratar de escapar. La araña tiene que estar reconstruyendo constantemente las partes dañadas. En ocasiones queda tan maltratada que el arácnido necesita construirla toda de nuevo, después de comerse los restos de la anterior.
Redes orbiculares y verticales como éstas son de las más evolucionadas y características de muchas especies de la familia Araneidae, como se indicó antes. Sin embargo, no es algo que se pueda generalizar para todas las arañas, pues hay una variedad infinita de telas. Algunas Uloboridae, por ejemplo, que son cribeladas, también hacen una red circular, pero no con la perfección de la descrita, pues en ocasiones falta una parte de la espiral. Otras, como especies de Linyphiidae y Agelenidae no utilizan seda pegajosa en la manufactura de sus redes, sino únicamente seca. En estos dos casos, el aspecto de la red es completamente diferente, pues se ve como una maraña sobre una especie de lámina o lienzo. Este tipo de red horizontal, que queda suspendida por debajo de un laberinto o maraña de hilos, se considera mucho más primitiva. En ocasiones, el desorden de los filamentos es tal, que no se distingue ninguna estructura con forma definida, como sucede con algunas Pholcidae, frecuentes en casas viejas o lugares descuidados que no han sido habitados por algún tiempo, o en sótanos y cuartos con objetos acumulados o almacenados. Estas redes son grandes, flojas y como permanecen por largo tiempo inalteradas, se ven en ocasiones grises y sucias por el polvo que las cubre. Sin embargo, todas estas impurezas se caen al suelo cuando la araña, al sentir la presencia de algún intruso, sacude vigorosamente la red para ocultarse entre la maraña, lo cual logra plenamente, pues tanto la red como la araña parecen desaparecer por un momento.
Otras redes que también se ensucian con el polvo de las casas, y por la cual se ven como láminas opacas, son las construidas por especies de Oecobiidae entre las ranuras de las paredes o huecos de rocas y ladrillos de los muros.
Otras cribeladas, las Dictynidae, tejen telas que parecen encaje, preferentemente sobre cualquier objeto de madera. Pueden cubrir los muebles de casas abandonadas, puertas, ventanas, tablas, cajones y demás; en el campo se encuentran entre matorrales y árboles, diversas raíces y entre la corteza seca de los árboles. Los filamentos de la red están formados por dos hilos paralelos, unidos por manojos de seda dispuestos en zigzag. Estas láminas de encaje toman con frecuencia el aspecto de un abanico.
Muchas especies de Theridiidae forman una red enmarañada o laberinto en la parte de arriba, sostenida por varios hilos restirados que se fijan a varios puntos laterales. Todo esto soporta una plataforma abierta, de donde parten algunos hilos-trampa, provistos de pequeñas gotitas de material pegajoso, que van a fijarse al suelo. La red de la araña capulina es de este tipo, sólo que los hilos son extremadamente fuertes, elásticos y resistentes. Todas estas redes se construyen generalmente cerca del suelo, a donde llegan los hilos-trampa para la captura de presas.
En contraste con éstas, las redes de las Linyphiidae están construidas con hilos sumamente delgados y sutiles, que forman como una gasa muy tenue sobre la vegetación.
Hay redes muy grandes, sumamente resistentes y permanentes dentro de ciertos limites. De este tipo es la red de las especies de Nephila, que llega a abarcar espacios de 4 m entre la vegetación de arbustos o entre la cima de los árboles, donde brilla con los rayos del Sol. Es una red más o menos vertical, con una espiral de seda seca, pero entre la cual se encuentran algunas vueltas de seda viscosa; está sostenida en parte por un laberinto superior y lateral. Esta araña también sacude su red vigorosamente cuando es molestada.
Muchas arañas tejen redes irregulares, conectadas o no a sus refugios, como las de las familias Dipluridae, Diguetidae, Theridiidae, entre otras. Varias tienen aspecto y formas caprichosas, como especies de Gasteracantha que adornan sus redes con pequeñas borlas; otras, como especies de Argiope tejen las ya mencionadas bandas en zigzag, que sirven como estabilizadores. Algunas Frontinella tejen una red que se ve como un tazón sobre una servilleta individual; otras, del género Linyphia construyen una red con aspecto de cúpula o domo. Especies de Theridiosomatidae hacen una red en forma de abanico, con tan sólo dos o tres radios, que parten de otro basal. Algunas forman tejidos flojos o con radios muy abiertos; en otras, por el contrario, el tejido es muy cerrado o con los hilos muy restirados. En fin, hay una variedad infinita de redes características de las diferentes especies.
Figura 13. Araña del género Nephila (familia Araneidae).
Figura 14. Araña del género Gasteracantha ( familia Araneidae)
Como ya se ha dicho, estas redes pueden encontrarse dentro o fuera de las habitaciones humanas, en muchos lugares oscuros, como sótanos, tapancos, almacenes y bodegas; hay, además, gran cantidad de redes pertenecientes a especies cavernícolas; son abundantes en todo tipo de vegetación, entre el pasto, la maleza, los arbustos o en lo alto de los árboles; también se les encuentra en todo tipo de ranuras, huecos o cavidades naturales de rocas, suelo, raíces, corteza de árboles, etc., o sobre la superficie o hendiduras de estructuras construidas por el hombre, como paredes, muros, cercos, postes, puertas, ventanas, vigas y todo tipo de muebles. Se localizan en todas las regiones del mundo, desde el ecuador hasta los contornos polares, pasando por áreas tropicales, templadas, frías, húmedas y desérticas, desde grandes altitudes hasta el nivel del mar o en zonas terrestres por debajo de él. Estos finos tejidos son la representación innegable de típicos habitantes terrestres. Dentro de éstos hay que mencionar una especie del Viejo Mundo que merece atención especial: se trata de Argyroneta aquatica. Es una Agelenidae, que es la única araña que ha logrado adaptarse a vivir bajo el agua, a pesar de tener, como todos los arácnidos, respiración aérea. Este problema lo ha resuelto construyendo entre las plantas acuáticas una red en forma de campana, que queda bajo el agua, pero con la particularidad de que la parte superior de ella está llena de aire. Este aire es renovado por la araña de tiempo en tiempo, para lo cual sube periódicamente a la superficie y por medio de sus patas y sedas del cuerpo atrapa una cantidad suficiente de burbujas de aire, que transporta a su refugio, nadando patas arriba. La araña vive permanentemente bajo esta campana sumergida; allí se alimenta de los animales acuáticos que caza, se aparea, oviposita y cuida a la cría. Es un caso único entre los arácnidos (se recuerda que aquí no se incluyen los ácaros).
Muchas personas se preguntan por qué las arañas no se pegan a su propia red. Las razones son dos. En primer lugar, porque todo su cuerpo está cubierto de un aceite especial que secretan algunas de las células epidérmicas, el cual impide que se peguen. En segundo lugar, porque el hilo viscoso que manipulan con sus patas o sobre el cual se desplazan, siempre lo deslizan entre unas sedas especiales, gruesas y unguiformes, que se encuentran junto a las uñas tarsales y que son a prueba de las gotas de pegamento de los hilos. También algunos insectos tienen manera de protegerse de esta trampa; las palomillas, por ejemplo, poseen gran cantidad de escamas que cubren tanto sus alas como su cuerpo y esto les permite zafarse del pegamento. Por eso es que en estos casos las arañas tienen que actuar con gran rapidez cuando uno de estos animales se enreda en sus hilos, pues si no lo envuelven pronto con sus filamentos, el insecto logra escapar.
En el siguiente capítulo se tratará sobre algunos otros tipos de redes de las arañas y la forma como aprovechan estos filamentos para cazar a sus presas.